
Aunque ha vivido en África y Estados Unidos durante varios años Jorge Iván Fernández, misionero de Yarumal, no deja su acento apaisado. El mismo con el que dice “Todos vamos a morir, pero por favor, no empujen”, haciendo referencia a su más reciente obra literaria.
A finales del 2020 terminó de editar este nuevo libro; en él invita a la reflexión y también a la acción cuando se pierde a un ser querido. Una situación que con la pandemia ha marcado a miles de familias en el mundo.
“Desde hace mucho tiempo quería escribir este libro, considero que será de gran ayuda”, dice el padre Fernández.
La idea empezó a darle vueltas cuando vivía en Nueva York, “a veces se le moría la mamá, el papá, un familiar a alguna persona que vivía en Estados Unidos y aunque tenían el dinero para ir a sus países de origen no lo podían hacer porque les faltaban sus documentos. ¡Eso provocaba una tristeza muy grande! y yo necesitaba más elementos para ayudar a elaborar el duelo”, comparte el misionero.
La muerte no tiene idioma
Con todos los sucesos generados por la covid-19 le dio término a su nueva publicación literaria. “Busco entregar esperanza, motivación para vivir, para saber que la vida debe seguir y que no nos debemos preguntar por qué se murió. Más vale debemos cuestionarnos por qué seguimos viviendo. Qué quiere Dios para nosotros”.
Afirma que la pandemia cambió todo, hasta los rituales funerarios en todos los países del mundo, entonces hablar de la muerte se convirtió en algo muy actual, en donde muchas personas han asumido sus despedidas en soledad.
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Su recorrido por diferentes lugares le ha permitido entender que todas las despedidas son diferentes, que los apegos están presentes y que culturalmente se enseña sobre la vida más no sobre la muerte.
“No empujen”
“Es una realidad que a todos nos va a tocar en algún momento. La vida y la muerte son hermanas, aunque a la mayoría de las personas no les gusta hablar de la muerte y la ven distante”, expresa.
Cree que cada día llega con noticias que son desoladoras. “Escuchamos en la radio, vemos la televisión y en los periódicos informes que están cargadas de dolor, muerte y despedidas”.
Explica que escogió el título porque, si bien, es cierto que todos vamos a morir, «muchas veces le echamos la culpa a Dios de lo que es el mal uso de nuestro libre albedrío, lo que Dios quiere es que vivamos, que nos muramos de viejos es decir que lleguemos a los 80 o 90 años o que cumplamos una misión en el mundo”.

Cuando alguien muere antes de tiempo por causas como la guerra, las adiciones, es algo que “Dios no quiere, de ahí el título que viene a decirle a los violentos, a los que aceleran la muerte, que no están llamados a acabar la vida de un ser humano por ningún motivo o medio”.
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Es así como este libro habla todo lo referente a la vida, a la muerte y a la resurrección y cómo se vive la vida en diferentes culturas, tribus, lugares del mundo. “No en todas partes se llora y se vive sin esperanza, entonces hay anécdotas muy especiales, hay momentos que te hacen reír, reflexionar, llorar y meditar”, dice.
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