Maura de Caldas y su cocina de tradición pacífico
De paso lento, vestuario colorido y fuerza en la palabra. Así es Maura de Caldas una mujer que llegó hace casi seis décadas al Valle del Cauca con el conocimiento aprendido de su abuela y los sabores del pacífico guapireño.
Tiene 80 años y un cúmulo de experiencias que le dan ese halo de sabiduría y la contundencia para hablar acerca de la cocina popular y tradicional.
Defiende los conceptos aprendidos de sus antepasados; aunque no es purista, es clara al hablar de cocina, fogón, ingredientes, recetas y la influencia de la cocina de la mano negra.
Cree que cocinar no debe ser una moda, habla con estudiantes y parece un ‘pop star’. Todos quieren una foto y también un consejo.
Ella repite una y otra vez que todo está en el amor, la pasión y el respeto que le pongan a cada una de las preparaciones.
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Esta hija adoptiva del Valle del Cauca, ha recorrido diferentes ciudades y países, llevando sus recetas del pacífico colombiano, en las que hace presencia siempre las hierbas de azotea, tan típicas del Pacífico colombiano.
Mencha, como la llaman sus amigos guapireños o los más cercanos, comenzó a hablar en Cali de la cocina de mano negra, esa que se servía en su restaurante ubicado en la avenida Roosevelt, “en donde los caleños aprendieron a comer comida de mar”.
“La cocina me ha salvado”
Dice Maura de Caldas que la conexión que tiene con la cocina es tan grande, que podría decirse que la cocina la ha salvado de sufrir de enfermedades, entre ellas de la depresión; también explica que la cocina une a la comunidad, alrededor de ella se juntan procesos colectivos.
Agrega esta mujer de sabiduría y aprendizajes que “somos lo que comemos”, por eso el primer consejo que da es que se cocine con amor, con responsabilidad y con respeto.
Se siente feliz, porque poco a poco en Colombia han comenzado a entender que la cocina es un elemento identitario y que muchas de las personas que vienen de fuera están buscando justamente saborear lo que en el país y sus regiones hace parte de la cocina tradicional.
Afirma que cuando llegó a Cali en el año 56, la gente no comía mariscos. “En las mesas se veían platos con sopa de tortilla, sopa de pandebono, sopa de carantanta y el sancocho de gallina.
Hoy en la oferta también se incluye el sancocho de pescado, la cazuela y otros platos que son representativos del Pacífico”.
Empoderar es crecer
Considera que Colombia y el Valle del Cauca hay ido creciendo, que la cocina se ha vuelto más exponencial y que la gente ha comenzado a empoderarse de esas recetas, esas cocinas tradicionales que se viven en cada región.
Cree que estamos “despertando, antes nos avergonzamos de nuestra cocina. Ahora que vemos la cocina de Perú, nos preguntamos cuál fue la formula … sin pensar que la respuesta está en que ellos se empoderaron y creen en la cocina de sus ancestros. A nosotros nos falta orgullo por lo nuestro”.
Su amor más grande es la cocina, esa que alguna vez le criticaron por tener nombres como arrechera, sudado, revolcado y que hoy los expertos la ven y llaman como comida gourmet.
“Siempre digo que la cocina del Pacífico es la más gourmet de todas porque los productos que usamos siempre son frescos, de primera calidad. Solo nos falta aprender a servirlos con elegancia”.
Maura de Caldas insiste que la cocina y medicina son muy parecidas. “La cocina cura al igual que la medicina.
Pero siempre le digo a los estudiantes que la cocina tiene el poder para curar, si la preparan con amor; ellos deben ser serios, responsables y respetuosos, porque si saturan de alimentos o no los manipulan de buena manera pueden tener efecto contrario.
Algo similar a lo que pasa si un médico formula mal a un paciente.