
Felipe ‘Pipe’ Franco, es un timbalero caleño que le puso propósito a la salsa. De figura delgada, cabello medio rapado, trenzas que evocan a un reguetonero y una sonrisa de barrio, es un músico que lleva la salsa en la sangre y la fe como bandera.
En su familia es el primero en dedicarse profesionalmente a la música, desde niño sintió el llamado del ritmo. “Mi papá canta por gusto, tiene buen ambiente, pero yo fui el primero en tomarlo en serio”, dice con humildad.
Criado en el barrio Floralia, nororiente de la ciudad, Pipe recuerda cómo los redoblantes de las bandas marciales que ensayaban cerca de su casa fueron ese primer contacto con la percusión.
Sus inicios
A los 5 años ya hacía parte de una banda escolar, y más adelante, inspirado por Tito Puente, abrazó el timbal como su instrumento de alma. Puente era, y sigue siendo, ese héroe musical que una y otra vez lo invitaba a descubrir sonidos.
A los 19 años ya buscaba toques y fue su amigo el pianista Jaime Andrés Gómez quien lo recomendó con el artista venezolano Luis Felipe González, con quien aprendió más que técnica: entendió el valor de la disciplina y el respeto por la música. “Siempre digo que el maestro ha sido como mi universidad”, asegura.
Sueños en grande
Después de casi cinco años con Luis Felipe González, creó su proyecto Franco y su Banda. Luego, su destino se cruzó con la legendaria familia Lebrón. Una audición en un bar, a la que llegó motivado por su madre, lo llevó a tocar junto a la nueva generación, a los hijos de Los Lebrón y, después, con los mismo hermanos.
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Carlos, José, Ángel y Frankie fueron otra escuela, algo así como estar en las grandes ligas. Señala que con cada uno de los hermanos tuvo química y aprendizaje pero fue el conguero “Frankie un pilar no sólo para sus hermanos y creo que los que tuvimos oportunidad de conocerlo un poco más, entendimos que era un hombre de principios, de fundamentos“.
Soñando en grande invitó a los hermanos Lebrón, a Luis Felipe González, a Pedro Brull y al cubano Tirso Duarte a grabar con él y La Calle 14 la canción Indiferencia. “Fue un homenaje a la unión, a dejar un mensaje. Siempre pienso que fue algo como una premonición Tirso Duarte cantaba: porqué tanta guerra y lluvia de sangre... y así se fue. Mientras los Lebrón cantaban: no cause discordia con el que trabaja y si no le gusta mejor que se vaya. Puede ser coincidencia pero, quedó grabado”, recuerda Pipe.
Su propuesta musical sigue teniendo un mismo rumbo que lo que hagan sea “salsa con propósito”, un concepto que mezcla música, conciencia y fe.
Música con concepto
Desde 2012, cuando empezó a conocer la Biblia, descubrió que algunas de sus canciones tenían mensajes similares a las escrituras, sin haberlas leído antes. Por eso insiste que lo que propone “no es solo salsa social, es una salsa con mensaje, con esperanza, sin ser música religiosa”.
Hoy, se mueve entre Floralia y Siloé, lugares que lo han formado como artista y como ser humano. “La sustancia de todo esto está ahí, en las vivencias, en compartir con quienes te abren su corazón”, dice.
Aunque reconoce que mover la música en Cali no es fácil, Pipe no deja de soñar: “Cali es una plataforma para el mundo. Solo hay que saber visualizarla y tener claro el propósito. Mientras tanto me alegra que nuestra música suene por ejemplo en España. Seguimos apostándole a hacer música, a unirnos y a tener un propósito y donde la ciudad viva la Francomanía”.