Ipiales: un destino de sabor, fe y frontera

Ipiales: un destino de sabor, fe y frontera

A 470 kilómetros se encuentra Ipiales cuando viajas en un vehículo particular desde Cali, en tiempo representan un poco más de 9 horas de recorrido. Nosotros listos para narrar esta aventura en donde la fe, los paisajes, la gastronomía y la hospitalidad de sus gentes hacen de esta ciudad un destino recomendado.

Enclavada entre montañas y envuelta por un clima frío que contrasta con la calidez de su gente, Ipiales es mucho más que el Santuario de Las Lajas. Esta ciudad nariñense, punto clave en la frontera con Ecuador, enamora a viajeros con su riqueza arquitectónica, el sabor local y secretos turísticos del sur de Colombia.

Quienes visitan por primera vez Ipiales llegan pensando en el Santuario de Nuestra Señora de Las Lajas. Esta joya arquitectónica, construida en piedra gris sobre el cañón del río Guáitara, que parece salida de un cuento es hoy por hoy uno de los lugares más fotografiado, pero no es el único recomendado.

Las Lajas es el inicio de una travesía especial. En Ipiales, se dice que hay “una iglesia en cada esquina”, cada una guarda historias que hablan de devoción, resistencia y tradición. Además de ser considerados verdaderos museos, por lo que en ellas se custodia.

Qué lugares visitar

En el corazón de la ciudad, la Iglesia San Felipe de Neri se erige como otro de los referentes patrimoniales. Su fachada clásica con detalles coloniales ha sido cuidadosamente conservada, y el letrero que lleva el nombre del municipio se ha convertido en uno de los spots favoritos para una foto de recuerdo.

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A pocos pasos, la Plaza 20 de Julio invita a caminar sin prisa. Allí se encuentra el Monumento a la Libertad, un símbolo de la historia ipialeña, rodeado por la catedral, la alcaldía y una arquitectura que respira memoria. La Catedral de Ipiales, con su fachada de luto y la imagen del papa Francisco, refleja la solemnidad de un pueblo profundamente creyente.

Sabores que conquistan desde el primer bocado

La gastronomía local es otro motivo para quedarse. En el barrio El Charco, el cuy asado es el protagonista indiscutible. Servido con papas y ají, este plato tradicional no solo conquista paladares, sino también corazones, al punto que el animalito ha sido inmortalizado en figuras artesanales que se venden como suvenires únicos.

El recorrido culinario continúa en el Mercado de Ipiales, donde los aromas de sopas, tamales y empanadas de añejo se mezclan con la calidez de los comerciantes que invitan al visitante a probar “aunque sea un poquito”. El cuy lo venden entero o porcionado, como si se tratara de piezas de pollo.

Ipiales es rica en iglesias y sabores. Es un lugar donde cada conversación se convierte en una bienvenida. La amabilidad de sus habitantes se siente en cada saludo, en cada recomendación para conocer un rincón nuevo.

Naturaleza y frontera

Para los aventureros, el Volcán Cumbal, el más alto del macizo colombiano, ofrece rutas de senderismo, vistas panorámicas y un encuentro directo con la naturaleza andina. Es un buen plan para quienes buscan respirar aire puro y descubrir la biodiversidad de esta región fronteriza.

Y como broche de oro, el Puente Internacional de Rumichaca, ubicado sobre el río Guáitara, no solo une a Colombia y Ecuador, también une culturas, historias y generaciones. A su alrededor, las antiguas casas de aduana se han transformado en espacios que promueven la integración y el turismo binacional.

Desde aquí, muchos viajeros deciden cruzar a Tulcán, Ecuador, donde les espera otro mundo por descubrir. Pero esa ya es otra historia.